26 ago 2007

El viaje


Angel estaba harto de viajar. Lejos había quedado el tiempo en el que había hecho su primer vuelo a Estados Unidos, en ese entonces, catorce horas le habían parecido una eternidad. Con los años y el progreso, ese tiempo se había reducido a la cuarta parte, sin embargo Angel aún seguía sufriendo por las horas perdidas en el viaje, ya que tenía necesidad de ir a Nueva York dos o tres veces por semana. Su mente había adoptado otro ritmo, acostumbrada a la comunicación instantánea, a Internet, a los mensajes de texto que enviaba previo a sus viajes y que tardaban segundos en ser respondidos. Un día lo había imaginado, y muchos años después sus estudios de ingeniería, en comunicaciones y en física le permitían soñar con hacer su realidad su deseo: poder viajar instantáneamente, llegar a Estados Unidos como si fuera un mensaje a través de la fibra óptica.
Llamó a Laura, su novia, con quién compartía todo y le contó su idea.
- Eres un genio, lo lograrás. Quiero que sepas que estoy contigo y que te quiero.
- Yo también te quiero, Laura. Es más, no puedo sacarte de mi cabeza: hablo con otras personas y digo tu nombre, intento llamar a mis amigos y marco tu número. Nunca me había pasado esto. Lo que más me motiva es que tendremos mas tiempo para estar juntos.

En los meses siguientes, Angel tuvo que estudiar el tema cuidadosamente. La primer dificultad sería desmaterializarse y convertirse en unos y ceros para poder viajar como información. Una vez resuelto esto, se abocó a construir un dispositivo conectado a un teléfono que pudiera hacer el trabajo. El dispositivo era una cabina. Una vez adentro de ella, por medio de un teclado ingresaba las instrucciones para codificarse, el número de teléfono que estaba en el lugar de llegada y finalmente, presionaba “send” para comenzar el viaje. Otro mecanismo posibilitaba la decodificación, y gracias a eso en segundos estaba convertido otra vez en un ser de carne y hueso, listo para comenzar sus actividades en el lugar de destino.
Angel tardó meses en construir su invento, y quince días más para lograr que una empresa llevara uno de sus dispositivos a Nueva York y lo instalara en una oficina alquilada para tal fin.
Realizó una primera prueba con una cucaracha, y después probó enviar y traer a su perro.
El éxito de estas experiencias lo llevó a la conclusión de que el momento había llegado.
Un 12 de setiembre era el día elegido. Angel estaba ansioso. Por fin podría viajar instantáneamente, como un mensaje de texto, desde Buenos Aires a Nueva York. Ya no perdería más tiempo en volar.
Comenzó los preparativos, que demoraron mas de lo previsto. Eran ya las dos de la mañana cuando Angel ingresó las claves para codificarse, el número de destino, y apretó la tecla SEND.

Laura se despertó sobresaltada. Su celular vibraba como nunca y sonaba, pero ya no con el ringtone que ella le había elegido. En lugar de la música de Titanic, se escuchaba una voz distorsionada y aguda que chillaba. Su sobresalto pronto se convirtió en terror.
La voz se parecía a la de Angel. Antes de desmayarse alcanzó a escuchar claramente el grito que decía:
- “Auxilio, estoy atrapado en tu teléfono!! ”